El cuerpo humano debe protegerse de muchos microorganismos que nos pueden causar enfermedades: bacterias, virus y otros patógenos con los que estamos expuestos a través …
Inmunología, el papel de las vacunas y el caso del nuevo coronavirus
Por: María Inés Landache
Lic. biología técnica y aplicada
University of Applied Sciences, Bremen-Alemania
El cuerpo humano debe protegerse de muchos microorganismos que nos pueden causar enfermedades: bacterias, virus y otros patógenos con los que estamos expuestos a través del aire, el agua y alimentos. Las primeras barreras inmunológicas a las que se enfrentan son la piel y las mucosas, las cuales, mediante la producción y secreción de fluidos ricos en proteínas defensoras, impiden la proliferación y entrada de los microorganismos al torrente sanguíneo. Logra un microorganismo pasar estas barreras, debe enfrentarse a un segundo mecanismo de defensa: las células blancas de la sangre y las células asesinas. Este mecanismo es inespecífico, esto quiere decir que atacan a todo microorganismo extraño/exógeno, principalmente mediante fagocitosis (captura y digestión de microorganismos/partículas nocivas) tarea de las células blancas, y mediante lisis de las células del cuerpo que han sido infectadas, tarea llevada a cabo por las células asesinas. Estos mecanismos inespecíficos tienen el fin de controlar la proliferación de un patógeno antes de que se active la respuesta inmune específica.
La respuesta inmune específica es llevada a cabo por los linfocitos (B y T) y los anticuerpos -entre otras moléculas y células inmunocompetentes. Los anticuerpos son proteínas segregadas por los linfocitos B que se unen a agentes infecciosos (antígenos) en una interacción altamente específica. Los antígenos suelen ser moléculas en la superficie de los virus y bacterias que tienen características únicas y estimulan la respuesta inmune para la producción de anticuerpos específicos para mercarlos y eliminarlos. De esta manera, el cuerpo humano tiene la capacidad de defenderse ante innumerables infecciones y es capaz de “memorizar” las estructuras moleculares de los antígenos con los que ha entrado en contacto, generando así una respuesta inmune rápida y altamente eficaz en caso de una segunda infección; esto es debido a que los linfocitos B o T generan células de memoria que permanecen por mucho tiempo y reconocen el antígeno con el que han entrado en contacto anteriormente; es por esto que algunas enfermedades como por ejemplo el sarampión y la varicela se padecen una sola vez en la vida.
Inmunidad se puede adquirir de manera natural -luego de recuperarse de una infección, o de manera inducida por medio de una vacuna. La reacción inmune de una persona que ha pasado por la enfermedad es la misma que la que ha recibido una vacuna. La mayoría de las vacunas contienen fragmentos de moléculas (antígenos) o bacterias o virus inactivos que no pueden causar la enfermedad, pero aún tienen la capacidad de estimular la reacción inmune, generar anticuerpos y células de memoria. Algunas vacunas pueden desarrollarse a base de anticuerpos, pero estas presentan limitaciones y requieren la administración de dosis frecuentes. Gracias al avance de la biología molecular y de la ingeniería genética, hoy en día es posible desarrollar vacunas usando DNA, RNA o vectores vivos (bacterias o virus atenuados) a los cuales se les insertan los genes que codifican para los antígenos inmunizantes. Los más prometedores entre los vectores vivos son los adenovirus debido a su potencial de inserción genética y la habilidad típica de los virus de replicar su material genético en las células huésped, estimulando así una potente y duradera reacción inmune. En el caso del nuevo coronavirus SARS-CoV-2 se sabe que la principal proteína necesaria para la unión con la célula huésped es la llamada proteína Spike y un blanco terapéutico son los anticuerpos específicos para esa proteína, aislados de personas que han cursado la enfermedad (Liu, L. et al., 2020). Otros métodos que están siendo estudiados y han alcanzado la fase de estudios clínicos son el uso de los previamente mencionados vectores vivos para que expresen la proteína Spike y estimulen el sistema inmune a producir anticuerpos específicos (Amanat, F. & Krammer, F. 2020). Lo fundamental es desarrollar una vacuna que sea capaz de estimular el sistema inmune potentemente, de tal manera que el cuerpo produzca altas cantidades de anticuerpos específicos y en el mejor de los casos, que se genere memoria inmune de largo plazo. Teniendo en cuenta que apenas se están descubriendo los mecanismos moleculares de las proteínas virales con el sistema inmune humano, es un gran desafío desarrollar una vacuna eficiente en poco tiempo.
Literatura adicional: Neil A. Campbell, Jane B. Reece & Jürgen Markl. (2006). El sistema inmune. Biología. (6° edición)
Vacunas de nueva generación -Informe de vigilancia tecnológica (2004) Recuperado de https://www.chilebio.cl/wp-content/uploads/2015/09/Vacunas-de-nueva-generaci%C3%B3n.pdf
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