Cuando pisamos el mes de mayo, aún se mantienen trampas para la captura del camarón en la Laguna de Castillos y el precio de este producto que genera unos 400 puestos de trabajo se estabilizó en unos 150 pesos el kilo.
Tiempo de Noticias – Para sorpresa de quienes conocen del tema y de aquellos que solo escuchan por la radio de la tan mentada zafra del camarón, hay novedades. En primer lugar que se está en un volumen total de 129 toneladas teniendo en cuenta la Laguna de Rocha y la de Castillos.
La primera mencionada (Rocha) arrojó una zafra de mayor volumen, donde incidió una apertura en un momento, probablemente, apropiado, de su barra con el Océano Atlántico. Esto facilitó que las larvas del camarón ingresaran al espejo de aguas de la laguna que lleva el mismo nombre que el Departamento.
Con poca profundidad como es su característica, adecuada temperatura y buena alimentación, hicieron que este manjar de Rocha al mundo, se desarrollara en excelentes condiciones. Tamaños para el camarón que supera largamente el permitido para su captura, hizo que los pescadores rápidamente encontraran un mercado demandante.
Su valor de 150 a 170 pesos el kilo se fue como agua entre las manos, mientras que aquellos que limpian y extraen la pulpa de camarón obtienen un precio de 600 pesos por kilo. Hay para esto un valor agregado que solo las manos de estos sabedores lo hacen con meticulosidad y precisión de relojero suizo.
Entre tanto, la laguna de Castillos y su conexión con el arroyo de Valizas, también alojó como es tradicional, unas 300 trampas aproximadamente. Lugar tradicional de buen camarón, de menor tamaño que en Rocha pero igualmente de notable sabor.
LA CLAVE
En esa parte del territorio rochense, ruta 10, puente arroyo Valizas, el gobierno rochense asestó un positivo golpe a favor del trabajo. Instaló dos contenedores para dar frío a la producción de los pescadores, una sala de trabajo y prioridad en el lugar para las familias de la localidad, incluyendo a pescadores del Cabo Polonio.
Dar frío y lugar apropiado hizo que se vendiera a pie de chalana siempre y cuando sirviera el precio. También sumó que los grandes compradores supieran que no se podía especular a la baja porque los pescadores podían «aguantar el camarón» sin que perdiera la cadena de frío. También, sabían que los pescadores podían disponer de instalaciones apropiadas para realizar la pulpa de camarón.
Todo lo mencionado, sin que vaya en detrimento del comprador, pero regulando los eslabones de la cadena. Consecuencia, tras más de 120 toneladas del delicioso producto, no decayó el precio
Eduardo González Segredo – Tiempo de Noticias
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